jueves, 24 de diciembre de 2009

Saludos



Feliz Navidad les desea Copacaravana
Fotografía de Flavia Da Rin

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Martitas Blue


Luces fucsia las delatan. La gente espera ansiosa el show, es una sala chica en el árbol de galeano. Todos sentados en hileras y filas como si fuéramos a ver una película.
Es que claro el show de las martitas blues, promete más que buena música, también traen material audiovisual, videoclips de Manuel Soria, Vilaró Nadal, Lucìa Palenzuela.
Los talentos que se reúnen en el escenario no son solo las voces.
Empieza la función, las chicas saludan, son 7 o 9 , por momentos pierdo la cuenta, todas arregladas, de vestiditos naif. Hablan juntas, se interrumpen. El mundo de las mujeres en todas sus variantes y límites se encuentra ahí.
Voces dulces, duetos, solos, otras veces cantan casi todas. Una invitada especial Coco Montealegre, trae reggae,e interpreta three little birds con comodidad. Tan callada, que estaba, sentada sobre un parlante moviendo los pies que no le llegaban al suelo.
Verónica Paz con adorable paciencia y mucho talento interpreta tema propio, "play" y algunos de Regina Spektor, (como music box), y dixie chicks.
Juliana Isas directora, se luce, al principio tímida, con el violín, y muchos otros instrumentos que se le cruzan por la noche y con Lucía Palenzuela canta en un portugués lento suave. Casi bailan esas voces enlazadas.
Las hermanas Matheus llenan de firuletes el escenario, con intervenciones dulces, profundas. Y Ana en la percusión se lleva muchos de los aplausos del público, cuando comienza a desatar una histeria apasionada con tambora tambora, un candombe uruguayo que mueve hasta los cimientos de la sala.
Una chica con nombre de Hada, brilla también con su viola.
Es una noche de agradables burbujas y color rosado, de gotitas de papel brillante que atraen las luces. Está representado ahí todo el universo de las chicas en todos los sentidos que se le puede dar a la palabra. Si existiera Puig hubiera querido ser una de ellas en sus libros.
Mágico.

Regina Spektor Music box

domingo, 13 de diciembre de 2009

El terror del coro de ángeles


Cuando era chica, a mi madre se le ocurrió que debía ir a un coro. Y yo debe ser que había escuchado la expresión coro de ángeles, , porque cada vez que me repetía la idea, yo pensaba en una sala blanca llena de niños rubios, con túnicas blancas y antorchas en las manos. Una maquinaria musical pero de querubies.
Me daba terror.
En algún momento debe haber aceptado, y allí estaba parada en primera fila en la zona de los mezzosopranos, moviendo la boca.
Nos vestían con un jumper negro con vivos rojos, camisa blanca cancanes rojos de lana y una boina también roja. Me acuerdo del calor, y de la transpiración de la cabeza, que hacía que la boina se resbalara.
En cierto sentido era una exposición odiosa. Pero música como la de ese coro de niños no volví a escuchar.
Cantabamos en portugués, en latín, en alemán y hasta en japonés, una canción hermosísima llamada sakura que hablaba de duraznos en flor, y otra en un lenguaje inventado que era de una mariposa y un mariposón.
Fotografía Flavia Da Rin

sábado, 12 de diciembre de 2009

Grafía de fotos


Fotografía Sebastián Gonzalez. Tucumán.De la serie colectiva Tucumán en Imágenes.

Día pesado


Salíamos a las 5.50 am a una asamblea en Amaicha del Valle. Me acuesto a dormir, sin poder dejar de leer un cuento más de un tal lucas...Me debo haber dormido como a la 1. A las 4.30 suena mi teléfono, aunque no lo recuerdo, mi mente se despierta recién cuando tengo el celular en la mano, y estoy pidiendo disculpas a la coordinadora por haberme dormido. Me dice que que todavía no es la hora. Y que por la tormenta se suspende el viaje hasta nuevo aviso. Quizás a las 6 se defina.
A las 6.30 pongo el despertador, mando un mensaje preguntando si ya puedo dormir tranquila, de un solo tirón hasta las 12 y me informan que en media hora tengo que estar en las estaciones mellizas para partir y que es probable que nos quedemos a pasar la noche en los Valles. LLamo a Pia para avisarle, aunque no se si tengo bien anotado su número.
Me levanto a los manotazos,pongo un piyama de verano en mi cartera. Me voy semidormida. Llego a las estaciones gemelas y no hay nadie. Se fueron a las 5.30, conmigo.
Fotografía Julieta Anaut. Ofelia en el cristalino arroyo.

Manzanas y no manzanas. Números y sin números


Siempre me ha producido un enorme encanto escuchar que la gente vive en un barrio tanto, casa x manzana x.Es que en mi mente la manzana 1, 2 , 3 , la que sea, aparece como redonda fruta madura, roja, tan brillante como en el cuentos de la blancanieves. No hay una sola vez en la que no me la imagine de esa manera, en total abandono del la cadrícula parcelaria de catastro.
Vivir en una manzana...
Todo lo contrario me pasa cuando oigo decir a un niño que su escuela tiene número, pero no nombre. Es que a nadie debe gustarle ir a las escuela 397, o 156. Es como si fueran para presidiarios y no para infantes. Habiendo tantos nombres de fantasías para ponerles, como "Reinado", "La tierra de las abichuelas", o "día de sol", no se explica la falta de genio de los señores nombradores.
Ni qué decir de cuando me entero de la situación de aquellos que viven en calle S/N y s/n, sin nombre y sin número. Es como si las coordenadas no existieran, como si el lugar en el que habitan en el mundo desapareciera tras esas referencias vacias de todo. Indican un no lugar, que deja de existir aún cuando se lo nombra, contrariando a todos los especialistas de la ontología del lenguaje y sus derivados.
Fotografía de Gaspar Rodriguez Campos. Tucumán

jueves, 10 de diciembre de 2009

SE VIENE

miércoles, 9 de diciembre de 2009

La necesidad de los paraguas


Los neoyorquinos tienen buen humor.Las argentinas no tanto
Habíamos salidos al teatro caminando, elegantes. Las dos hermanas solas.
El paso obligado por Time Square, vista de reojo a los anuncios. Y llegada a tiempo a la fila para ver la obra en Broadway.
Hermosa la presentación, aplausos, lágrimas de emoción, "te dije que no nos arepentiríamos" y todos esos comentarios que a uno lo halagan por haber tomado la decisión correcta. Salimos flotando en una nube de canciones de bajo el mar, de colores, y trajes de lentejuelas y fluor.
Apenas pusimos un pie fuera del edificio, nos dimos de lleno con una circunstancia no tenida en cuenta. Estaba lloviendo. Salimos enojadas, pensando que nos podría haber pasado cualquier otro día, no justo cuando nos habíamos dispuesto a usar las mejores ropas, los peinados, cuando necesitábamos caminar airosas, hermosas, en un viaje en el que habíamos andado demacradas.
A las cenicientas el tiempo se les había terminado. La vuelta al hotel, saltando charcos y maldiciendo los tacos altos.
Un vendedor de paraguas se nos acercó ofreciendo umbrellas por 30 dollars. Le dije que - no, thanks very, very much.
Me contestó entre risas en un inglés apurado. -Es cierto ¿para qué quiere alguien un paraguas una noche como ésta?

Grafía de fotos


El cadillal. ¿Alice in Wonderland? Alicia en el país de las maravillas. Un ajedrez gigante para piezas humanas.
Foto Pilar Elloriaga. De la Serie colectiva Tucumán en Imágenes.

martes, 8 de diciembre de 2009

La recibida más grande de la historia




La primera hora del parcial permitía la concentración ideal. Pero a medida que se acercaba el momento, se escuchaban cornetas, cánticos de hinchadas que iban llegando a apoyar a los recibidos.
El anfiteatro estaba custodiado por policías. Y la puerta principal, por donde habían entrado, estaba clausurada. En su lugar, se había habilitado la de emergencia que estaba en las alturas, y la abrían y cerraba cada vez que alguien salía. El oficial obligaba a esperar, para que la evacuación fuera de a uno.
El valiente que se enfrentaba al público de todos los familiares armados con la artillería podrida de las recibidas, era lanzado al vacío, y la multitud que lo esperaba gritaba ávida de sangre, como si recibiese un gladiador por enfrentar a los leones.
El campus de la quinta parecía un campo de marte. Había focos de ataque cada dos metros, y el pastiche era tan grande que no faltaban los casos en que atacantes de un ronda eran alcanzados por huevos o basuras de otra ronda. Abuelas dañadas, tías enchastradas enojadísimas, hasta bebés atiborrados de polenta.
Había polvo de harina por todos lados, que creaba una neblina digna de las películas bélicas en escocia.
Cuando una madre fue alcanzada por un huevo que le hundió un ojo, fue el acabose. La liga de ama de casas que andaba festejando también la recibida de sus hijos los doctores, tomaron las armas y comenzaron a bombardear con la basura que sobraba o con los ingredientes que iban a ser tirados a los que todavía no habían salido de rendir.
Ahí empezó tal confusión que hasta los policías quedaron en el medio de la batalla empapados, hediondos. Los profesores decidieron salir a remplazar a la autoridad, y sucumbieron en la podredumbre generalizada. Hay quienes dicen que uno de ellos, terminó nadando en un charco de barro, vinagre y vino barato.
Cuando salieron de rendir los últimos estudiantes, no había qué tirarles, pero tampoco había quién les tirase nada, todo el público se había convertido en posibles recibidos que no se distinguían de los verdaderos. Ese día la caravana de los inmundos fue la más larga del mundo. Dicen los que cuentan el mito que si uno va por la quinta agronómica todavía puede ver los autos que siguen pasando con los baúles abiertos y las moscas escoltándolos.