lunes, 16 de noviembre de 2009

El desuso de las puertas



Una maestra le informa con seriedad ampulosa a una madre que se vio obligada a aplicar penitencia al gordito que se para delante de ellas avergonzado.
-Es que se salió por la ventana, explica.
y agrega - Yo siempre les insisto, ¿para qué están las puertas si ustedes salen por las ventanas?
La madre la apoya como si el argumento fuese el más lógico del mundo. Como si los niños pudieran ser los responsables del desuetudode las puertas, como si su pérdida de vigencia fuese un atentado contra la misma esencia de esa abertura.
Si un día todos aprendiéramos la sana y hermosa costumbre de levantarnos la falta o el ruedo para dar un salto al otro lado del edificio, enhorabuena.
El mundo sería de saltimbanquis y cada vez que se abriera una persiana uno adquiriría el reflejo de correrse como si fuera un garaje, para evitar que de sopetón le caiga un vecino encima.
Habría estilos de salto: con obstáculos, con maletín, con bicicletas, con niños, con bebés y hasta con sillas de ruedas.
Sería el festín de las langostas urbanas.

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