martes, 8 de septiembre de 2009

binoculares


Estaba sentada,
mirando al frente con cara de nada.
Vista desde arriba
era una silla de carne,
pero ella no lo sabía.
Vista desde abajo tenía la nariz
de un cochino amenazante
y los dedos del pie aplastados
contra el piso.
De repente suspiró
y se empañó todo su alrededor.
No supimos si fue por amor o dolor agudo.
Pero sospechamos alivio y escarapatapas.
Se levantó, miro hacia la ventana,
hacia la puerta,
en todas direcciones.
Tuvo la sensación
de que estaba siendo vigilada.

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