lunes, 18 de enero de 2010

cabo polonio


Cabo polonio
Un camino de dunas lo separa del resto de la humanidad civilizada. Los automóviles quedan en un estacionamiento. Unos camiones 4 x 4 llevan a los pasajeros al otro lado, donde se asienta la población. Son unos saurios de todos colores, sin acomplados pero con una rara estructura con asientos elevada hacia los extremos. La travesìa tiene sus obstáculos pero se disfruta de ese safari en la arena. Es común encontrar algunos osados que deciden caminar esos kms, extenuados como beduinos. A poco de andar, los vehìculos entran en la playa y comienzan a deslizarse. La sensación es sumamente placentera. El cuerpo siente la docilidad de la marcha como si estuviera patinando.
El lugar donde la utopía de robinson crusoe es posible, donde no hay comisarías, recolectores de basura, jueces de paz, ni hospitales. La anarquía parecerìa reinar pero existe una armonía producto de algún tipo de reglas consuetudinarias.
Desde lo lejos se dejan ver las casas de madera, colores, llenas de letreros que las inmortalizan distintas unas de otras. Se las puede contar sin fatiga. Los techos son de paja, muy peludos, o de chapa hecha de pedacitos, todo artesanal, como si cada uno de los habitantes tuviera que hacerla con sus propias manos.
Hay reposantes que deciden descansar allí donde no hay nada, en medio de la arena, e interfieren en las huellas apenas marcadas de los camiones. Son esquivados y uno tiene la extraña sensaciòn de que se tratara de personas que se entregan a las vías de un tren.
Es que en Polonio, se puede desear morir sin culpas, es un paraíso de vida pura, naturaleza agreste y artesanos.
En el centro hay algunas callecitas serpenteantes, con negocios que siguen las estructuras tradicionales de madera y paja, que exhiben pañuelos, vestidos, bamboleras y otras artesanìas que se pueden conseguir en el cabo.
Las cartas de los bares son exquisitas y fusionan cocina uruguaya popular con peruana. Se puede encontrar desde los tradicionales chivitos hasta ceviches.Los tragos se ofrecen en las tardes calurosas, vistosos. Mojitos, caipirinhas, caipiroscas, daikiris, son un buen incentivo para iniciar el recorrido por el pequeño pueblo y porqué no para subir las confusas escaleras del faro, desde donde se tiene una vista maravillosa.
El canabis puede que estè presente en el aire, pero se diluye en esporas dulzonas que no molestan.
Si se quiere conocer un poco más vale la pena cruzarse de una playa a la otra (se encuentran enfrentadas por el vértice como si fuera un moño), caminando para ver desde la del lado oeste la imponente puesta de sol, que quizàs también termine con aplausos como en José Ignacio o en La Paloma. Una isla de lobos marinos, también resulta atractiva para aquellos que no tienen buen olfato.
Pero el verdadero espectáculo comienza con la noche, como las luces no existen, se encienden las velas en las mesas, ventanas, tiendas, y nace una atmósfera de siglo XVIII, del mal llamado iluminismo. Todo es romàntico, dan ganas de encontrarse una pareja en el mismo instante.
En el cielo, se prenden las estrellas en inmensa cercanía al suelo. Todas las constelaciones, se revelan a los ojos expertos, y a los demás, como un enorme manto de puntos brillantes. El mito dice que Cabo Polonio es el lugar del mundo donde los astros se ven más cercanos.
La vuelta a la ruta implica enormes colas para subir a los vehículos otra vez. De allí vendrá el deslizacimiento esta vez primero y la travesía luego.
Si no se tiene auto, la fila en colectivo para volver a las distintas playas vecinas puede ser larga, pero se disfruta con la vista imponente del cielo, que sigue siendo el mismo a la vera de la ruta.
Boletos, número de asientos, horas de llegada, vuelta a la civilización, y el sueño del buen salvaje queda como una leyenda dentro de las calles de Polonio, como un fantasma.

4 comentarios:

Sebastián Nadal dijo...

Buenísimo. Casi me sentí en ese paraíso de techos de paja y esporas dulzonas, jaja.
Dos cosas: tremendo el hecho de que no se hayan hecho las qué y tratado de caminar en las dunas, yo sería el primero en subir en el camión gigante. Y dos: muy relajante (no relajador, relajante) la descripción. Ahora me voy a dormir en paz.

Daniela Lopez Testa dijo...

jaja, nosotras subimos en los camiones. No somos ni beduinas, ni masoquistas, ni estamos contra el sistema, jajja. Buenìsimo el lugar Sebas. Te lo recomiendo.

krakovia8 dijo...

que bueno relato,vendiste muy bien el lugar. para febrero sale uruguay con unos amigos, recorrer la capital y la costa. podés decirnos que onda los precios, la forma mas económica de llegarse hasta ahi?
cualquier data es bienvenida, gracias
te dejo mail si te va mejor diegofrasca86@gmail.com (AKA "yo" en otros comments)

victoria dijo...

Excelente descripción. Precisa y con vuelo. Ni estuve allí, ni estare en el futuro mas cercano, pero la sensación de lugar conocido queda.
Que bueno trasladarse en mi imaginación con palabras ajenas.
Muy bien.