domingo, 7 de febrero de 2010

Ataque de Mosquitos


El calor húmedo parecía gotearnos por la espalda. El mundo era lento. El peso del vapor se sentía en los hombros, en todo el cuerpo. Era de siesta en Colonia del Sacramento y la gente escapaba hacia las playas de Río. Nosotras también.
La arena era preciosa, pero el agua además de verdosa, era densa y caliente como una sopa de verduras. Apenas unas olas se sugerían en las orillas. Lo demás pura quietud.
Los colectivos colorados, de los años 50 llevaban a Real de San Carlos y dejaban a uno perfecto para cualquiera de las playas.
La vuelta no era complicada , sólo había que saber dónde esperar el colectivo correcto.
No encontrabamos la parada, hasta que nos señalaron una casilla especial. Una madre con tres niñas conversaban animadamente con tonada uruguaya. Eran muy blancas, y en las piernas y los brazos tenían grandes manchas coloradas, tan cercanas unas de otras que parecían sarampión. Las más chicas no paraban de rascarse las picaduras.
Nos sentamos en la parada y de repente los mosquitos empezaron a mordernos. Eran tan grandes que eran fácilmente identificables.
Cuando uno descubría a un agresor en plena apertura de fauses, trataba de correrlo pero se agarraba tan fuerte a la piel de uno, que no quedaba otra que matarlo, porque de soltar .. no soltaba.
La cosa se estaba poniendo peligrosa porque nos ibamos tirando a la ruta para poderlos espantar sin tener en cuenta a los autos que circulaban.
En un momento unos niños pasaron a caballo y no tuvimos tiempo de sorprendernos de que cada uno de ellos llevara rodeando las cabezas, una nube de insectos mordedores porque ya estaban los mosquitos quedándose con nosotras a sumarse al ataque.
El colectivo llegó, y subimos a duras penas, en medio de movimientos bruscos e insultos. Era un baile grotesco la lucha.
Entramos y con ellos los mosquitos, que rápidamente se dispersaron y atacaron a todo el pasaje.
El chofer cuando se percató de la situación gritó:
- pooor favoor gurisas, está prohibido subir con insectos.

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