sábado, 24 de abril de 2010

Dar una mano


Hay gente que con tal de no ayudar a otro esgrime el intelectual y económico concepto de la subsidariedad del Príncipe de Orange que en términos malos y prontos no es otra cosa que la famosa contestación popular: ¿sos manco? cuando se le pide a alguien que alcance algo a otro alguien.
Imagen Berlin Fashion Week 2009

5 comentarios:

Reid Bonsai dijo...

Voy a exponer mi post, parcializado, debido a las exigencias de la empresa google.
Es muy difícil entregarse a la publicidad de este post, bha, esa dificultad es una cuestión relativa: PARA MI ES MUY DIFICIL.
Me explico. Para los que son ajenos a lo que alguna vez fue copacaravana y yo, les comento que percibo fuertemente el sabor egoísta de mi persona como inspirador del contenido del mismo. A pesar de esto, a veces, la intimidad, uno de los refugios más preciados y característicos del egoísta, deja de ser un valor, dando paso de un modo extraño a unas sensaciones que, según interpreto, se confunden con aquello que a lo largo de la historia el hombre dio en llamar amor.
Así, sin meditar, me predispongo a adentrarme por unos instantes a la aventura de la desnudez…

Reid Bonsai dijo...

Busqué una poesía de la que me habló copacaravana recientemente sobre un/a petizo/a y un/a alto/a, pero el éxito no me acompañó. No la encontré. Me hubiera gustado poder tenerla y pensarla, aunque hubiera sido tramposo para con el concepto de desnudez que quisiera que rija estas líneas. Pero bueno, mejor así. Explayarse sobre una vaga idea, sobre un rumor, diría Hans Landa, es más provechoso que sobre un hecho. Es que nos brinda mas libertad, ya sea para pensar, especular, o para sentir; nos da un mundo para que hagamos el camino que uno quiera, en el caso, escribir.

Reid Bonsai dijo...

Si mal no recuerdo -me la comentaron a aquella mientras lloraba inundado de incertidumbres y de recuerdos- la mens poesía expresa que a veces algunas relaciones parecen estar asentadas en el justo medio, es decir, simulan perfección y equilibrio, pero que sin embargo son excesivamente onerosas para alguna de las partes (me permito este instituto jurídico). Los esfuerzos no son compartidos, se trataría de que el/la petiza/o vive de puntas de pies, o el/la alto/a vive agachándose, para que las piezas concuerden. Luego, como inevitable consecuencia de la mecánica y psicología de tal relación, todo termina por explotar. El/la petizo/a se relaja y deja de estar en puntas de pies para volver a su estado natural de unos pocos centímetros, o, el/la alto/a cansado de sufrir dolores de espalda, camino a una hernia de disco, si es que ya no carga con una, se decide por la comodidad de la rectitud de la espalda.
Tal poesía, o idea de la misma, me recuerda a lo que llamo alegoría de la adolescencia, donde el púber, al mutar de cuerpo de manera descoordinada -sus extremidades avanzan por el ascensor y su torso o por las escaleras, o bien, se quedan en planta baja (parafraseando a Juan Domingo Perón)-, por la necesidad de encajar, esconde sus manos en sus bolsillos (¡qué ejemplo me induce a exponer el post ¿acaso no seré un púber?!) y su estatura en una joroba, hasta que finalmente, toma valor, entiende su naturaleza y se muestra a los otros, integrando así explícitamente la noción de humanidad. Noción que se alimenta en parte de la individualidad de cada uno, de la diferenciación del uno con el otro, del otro con el uno, que tiene como uno de sus principios, según mi visión, el respeto a la diversidad, a las pluriformas, a los pluripensamientos, eso que alimenta de dignidad la idea de humanidad, eso que se puede entender como sal de la vida.

Reid Bonsai dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Reid Bonsai dijo...

Copacaravana un día me lanzó, con espíritu generoso y fresco, un guiño encarnizado en “… te voy a buscar, para que los días no se vayan sin pensar… “, y yo, coherente con mi estupidez, como de otro modo no podía ser, me resistí, olvidando el bello sabor de ser un humano.
Hoy, en proceso de entendimiento, continuando los guiños -si es que la humanidad me brindaría aun la fuerza vinculante de aquel- creería pertinente retrucar, extrapolar a Miranda y decir “…vos me llamas a cualquier hora, y yo me baño y voy directo a tu casa…”. Pero no, por temor a que al bañarme el tiempo complete un día más que se iría sin pensar, prefiero estar desde ya en la ducha, para así, ante la eventual dicha de un llamado de copacaravana, ir directamente a su casa…
Gracias por tu tiempo de lectura.
Reid Bonsai