jueves, 2 de septiembre de 2010

Una ciudad de bicicletas


Odio los autos, me pongo nerviosa al manejar, por lo menos en mi ciudad que es chiquita y caótica. Me canso de adivinar qué puede hacer el de al lado, porque nunca se sabe. Se vuelve todo  tan de pronóstico reservado que no puedo controlarlo. 
Las motos que tiene alma de mosquito no respetan ninguna ruta marcada, y hacen malabares entre los autos solo para ponerse primeras en los semáforos, para inaugurar la carrera.. Los peatones se lanzan  siempre suicidas.
Viviría feliz en una ciudad de bicicletas inofensivas, de choques blandos, de besos de ruedas que se encuentren sorpresivamente en una esquina. Andaría en vestido, en tacos, con piloto de lluvia no me importaría. Tendría una canasta de mimbre para la netbook, y para las compras de las frutas . Pedalearía tranquila, con curvas cortas para hacer dibujos de  serpientes en la calle.

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