jueves, 26 de agosto de 2010

Objeción de consciencia



La señora de la casa se va temprano antes de que llegue la mucama. La cocina está desordenada, los platos ni siquiera caben en la pileta de lavar. Los restos de comida están estancados en la loza como si fueran parte de un basurero a cielo abierto. Unas hormigas se apoderan de una cuchara con gotas de dulce de leche pegada a la mesada.
La señora escribe en un papel: Hoy cociná escabeche de conejo.
Sobre la mesa, entre medio de moscas y tazas del desayuno sin levantar, del diario que en su tapa de policiales muestra una matanza, hay un cadáver ya pelado posado sobre una bandea, semicubierto por una bolsa negra.
La mucama entra a la cocina una vez que su patrona ha partido y estudia la escena. No sabe por donde empezar. Ese cuerpo tieso, semicongelado le genera curiosidad pero al mismo tiempo le repugna.Se acerca a verlo, no sabé con qué animal se puede encontrar.
Hace frío, y todavía es de noche. Se saca los guantes, y se acerca, despacio. Levanta el plástico y ahí yace un conejo con los globos oculares tiesos, los dientes sin cerrar, la cara de muerto de los muertos. Esa mueca que no es gesto, que es la nada misma. Siente las tripas revueltas.
Suelta la bolsa para no verlo, para borrar de su mente esa imagen. La cocina de repente es una morgue.
Encuentra la nota, y otras que le siguen donde se explican la receta.
Cortar el conejo en presas, por las articulaciones para que sea más fácil. Las patas, a la altura de las pesuñas arracanlas y tirarlas a la basura.  Sacarle la cabeza y hervirla para el perro, antes quitarle los ojos con una cuchara de té, si están pegados ayudarse con una tijera de las uñas que está en el botiquín del baño de arriba.
No puede terminar de leer. Empieza a llorar, siente asco. Todo le da esa sensación de vértigo en el estómago.No puede volver a mirar la bandeja con el animal tendido.
Se hacen las 12 y la patrona llega.
-por qué no huelo la comida? Vengo de trabajar muerta de hambre. Grita desde que entra.
La mucama está sentada en la cabecera de la mesa. Los platos aún sucios, con los restos de la noche anterior y las moscas dándoles vuelta. Mira el diario como si estuviera leyendo, pero está viendo las letras sin entenderlas.
A la señora le agarra el ataque.
A vos te parece? mirá la hora que es! no hiciste nada. Sos una vaga verde, verde de vaga. Y yo te pago un sueldo. En este país nadie quiere trabajar, te das cuenta? Eso es por tantos planes.
La mucama llora sin levantar la cabeza. Sra... balbucea entre lágrimas que no se seca.
-No me digas nada, con uds es siempre igual. No te quiero ver más. Vení y arreglá con el sr lo que te queda del sueldo. A mí no me hables.
La empleada se va en un mar de lágrimas, recoge sus guantes, devuelve las llaves. Se va a su casa, temprano. Pensando en que su coneja está viva, y tiene nombre, el de su patrona.Se llama Anita.

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