viernes, 4 de junio de 2010

Los peligros del safari


Si les gusta hacer safaris fotográficos por su ciudad, tengan en cuenta que estas cosas pasan.
Hace unos meses, sacaba fotos en una regalaría china, desde la vereda. Me llamaban la atención unas flores de plástico muy saturadas de color y gatos dorados moviendo una patita. De repente salió del fondo una señora enfurecida, sin que yo tuviera tiempo de esconder la cámara, gritándome que no tenia autorización para fotografiar porque no era la locadora...No es la primera vez que me sucede.
Quise explicarle a la Sra, que no me dejó ni siquiera empezar, que:
No puede molestarle que tome fotos de la mercadería expuesta, de hecho está para ser mostrada. Lo que la cámara congela es el instante que el ojo percibe de solo estar.
No se altera nada, sólo me llevo el objeto detenido en el tiempo.
Además, las cosas no tienen derecho a la imagen, porque es un derecho personalÍsimo del hombre y la dueña no puede alegarlo, porque no está dentro de su dominio que tiene sobre la cosa. Tampoco puede mencionarlo para ella, porque no era mi modelo. Menos podría hablar de competencia desleal porque al negocio que quisiera copiarle su vidriera, le bastaría entrar en el local y memorizar todo lo que ve para organizar su exposición.
La fotografía forma parte de la libertad de expresión, de su doble faz de producir y recibir información y del derecho de acceso a la cultura.
Si todos los propietarios de tiendas se opusieran a ello, se llegaría al ridículo de que la ciudad se cerraría a los flashes, sería de repente irreproductible.
Si la Sra quiere cercenar mi derecho a la libertad de expresión y el de los demás de tener acceso a la información y a la cultura, debe alegar razones válidas, fundadas pero por sobre todo, deben pasar el examen de la proporcionalidad y razonabilidad.
Si un comerciante puede oponerse a que un cajón de verduras ingrese a una cámara, una fachada descascarada, un letrero viejo, la armonía de los manequies, nos vamos a quedar sin la ciudad de nuestros tiempos, sin su cara, sin recuerdos. Quizás los pueblos originarios insistieron demasiado con que una foto roba el alma. Al contrario la saca a pasear, le abre la puerta para ir a jugar.

4 comentarios:

Gonz@lo dijo...

Sí, es increíble como a esa mujer no le gusta que le saquen fotos a lo que ella misma excibe. Aprovecho para dejarte un link a una nota de Hernán Casciari, relatando algo muy parecido.
http://orsai.es/2004/05/autorretrato_en_el_blockbuster.php

Gonzalo dijo...

Hoy te llamo porque extraño tu canción
y en tu voz se calma el viento.
No me saques de tus días, por favor
yo quiero detener el tiempo.
Y así será, alguna vez.
Lento, va cayendo lento.
Y así verás que día es hoy.
Lejos quedó aquel momento de dolor.
Quiero verte solamente una vez más
y desprenderme de tu cuerpo.
Sin pensar en salvavidas de humedad
que raptaron largos sueños.
Y vos serás el plug del sur
que dejaron ver los cuentos.
y así verás que días es hoy.


Que lindo que es escuchar Lisandro Aristimuño cuando uno cree en los sentidos. Gracias!!!

Anónimo dijo...

Pero la mujer podía decir que tu foto atenta contra la seguridad nacional, igual a como si le sacases fotos a un cuartel.

Daniela Lopez Testa dijo...

Ayer pasé por el negocio chino, y en su vidriera tenía un gran cartel improlijo que decía: liquidación por cierre. Me sentí culpable, después de todo, era sólo una foto...