RECICLADO DE RESIDUOS
En respuesta a la carta del lector Edgardo Márquez (17/7), sin ánimos de polemizar, quisiera dejar establecida una serie de pautas, para no ser incomprendida en mi planteo. Schopenhauer, en sus estratagemas para convencer, ya plantea un argumento harto conocido en nuestros días: el de la distracción, que es muy propio del discurso político, para sacar del foco ciertos temas en discusión. Creo que el lector Márquez hace uso de él, al querer plantear mi queja como una herejía al reciclado. Considero haber aclarado: “a todos nos gustó, a todos nos sonó cercano al Primer Mundo”. “La campaña de reciclado de residuos parece ser una respuesta idónea a la ola verde que se está propagando por el mundo en busca de una solución a los problemas ambientales”. “Hay que admitirlo, suena prometedora”, agregué. La hermenéutica del texto debe estar condicionada por estas ideas. Jamás estuve en contra, ni quise que así se entendiera, del reciclado como iniciativa, que, de más está decir, me parece de lo más avanzada, y sobre todo, necesaria. Sin embargo, las bondades de la teoría no borran las desprolijidades de la práctica. Lo que me proponía era manifestar que la importancia de un proyecto piloto amerita que se cuiden mucho más ciertos aspectos que, como vecina de uno de los lugares elegidos a tal fin, observo. Por ello mi crítica debe apuntar a mejorar la iniciativa, y no a convertirse en pretexto para salir con la bandera de que el reciclado nos conviene a todos, algo que nunca se puso en tela de juicio.
Daniela López Testa
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